LA LUCHA GLOBAL
POR LA JUSTICIA RACIAL
El asesinato de George Floyd desató una prolongada ola de justificada indignación en Estados Unidos y en todo el mundo. En un país tras otro, la gente habló de sus experiencias de lucha de toda la vida y dio testimonio de las realidades persistentes y traumatizantes del racismo. Las nuevas respuestas, rebosantes de energía, se apoyaron en décadas de activismo. La magnitud y el peso de las protestas, en países tan diversos como Colombia, Japón y los Países Bajos, hicieron que el discurso público se alejara del debate sobre la discriminación racial como problema individual y se desplazara hacia el reconocimiento del racismo sistémico, centrando la atención en las estructuras políticas, económicas y sociales que perpetúan la supremacía blanca y habilitan la brutalidad policial. Los movimientos a favor de las vidas y los derechos de las personas negros tuvieron impacto, ya que lograron que se reconociera la necesidad de un cambio; sin embargo, también enfrentaron rechazo político y, a menudo, mayores grados de represión y violencia estatal. Las luchas continuarán, ya que estos movimientos seguirán reclamando un cambio efectivo y no de la boca para afuera.